CAPITULO
UNO.
EL
SUEÑO Y LA MENTIRA.
Era
suave pero ardía. Sus pies se hundían en la suave arena de algo que parecía ser
una playa de aguas contaminadas, se perdían los recursos naturales en este
mundo, Acram estaba muriendo poco a poco y a nadie parecía importarle, o era
que nadie lo notaba, muere poco a poco, sin síntomas, como el cáncer y cuando
lo notas es porque ya es demasiado tarde. Sentía leves punzadas de dolor en la
planta delicada de sus pies y sus huellas parecían de sangre, rojas por el carmesí
derramado de ellas, la niña miro sus pies descalzos, cuya piel parecía en carne
viva y tenia miles de pequeños fragmentos de vidrio enterrado en la piel. No
estaba caminando por arena, era vidrio fragmentado.
¡La
señorita Belle la regañaría por alejarse del grupo y caminar descalza por ese
paraíso infernal!
Cogió
sus sandalias y las coloco en sus adoloridos pies, tenia que regresar con los
demás niños, pero antes de dar la vuelta un cuerpo extraño en la arena de
vidrio resalto y le llamo la atención. La tarde ya se encontraba muy
aproximada, por lo que no había suficiente luz como para que la niña, aun con
su desarrollada vista, pudiera diferenciar aquello desde tan lejana distancia.
Andy era curiosa por naturaleza, una cualidad que podía costarle la vida en un
mundo como ese. Era muy peligroso estar en un sitio tan desolado y a altas
horas de la tarde, con todos los cazadores que se encontraban rondando entre
sombras. En esa playa no había ni rocas ni alguna deformación de tierra
levantada, por lo que ese bulto le llamaba la atención a la niña de cabellos
azules, empezó a caminar lentamente hacia eso, tan despacio que no parecía que
se estaba moviendo.
“la
curiosidad mato al gato, Andy” se dijo “pero murió sabiendo”
Sus
pasos oscilantes tomaron seguridad y antes de que pudiera notarlo se encontraba
en trote rumbo a ese bulto que no se movía, pero con cada paso que daba, tomaba
la forma de un... un humano.
Andy
se detuvo de repente, ella le tenia miedo a los humanos, aunque quisiera jugar
a la valiente no podía olvidar lo que habían hecho esos seres. Sin embargo la
persona en la playa podía estar muerta o inconsciente, pero ella era tan terca
que se aseguro que no seria peligroso. Mientras más se acercaba, noto que era
un chico, un hombre de no más de veinte años aparentes y era… un híbrido, uno
de los suyos. Confiaba en todos aquellos que fuera híbridos como ella, quizá
solo porque se encontraban en la misma situación y deberían apoyarse para salir
de ese problema.
La
arena cristalina de vidrio se veía rojiza por la sangre del chico, pero Andy no
estaba completamente segura de que estaba muerto o vivo, por lo que
instintivamente se arrodillo en la arena a pesar de que los pequeños fragmentos
penetraron en su piel y cortaron. El chico se encontraba desnudo, pero a la
niña no pudo importarle menos, él estaba herido y ella quería ayudarle. Le
quito el pelo largo y negro de la cara para ver sus rasgos, su piel aceitunada
parecía hacer contraste con su cabello. Andy no sabía si respiraba y
entonces... sus ojos rojos se abrieron mirándola fijamente, sorprendiéndola y
haciendo que cayera de espaldas al suelo. No abandono ni un minuto esa intensa
mirada, porque ya no podía, ahora era esclava de sus ojos.
El
corazón le latió tan rápido que pensó que se le saldría del pecho, llevo su
mano a su busto para calmarse los latidos y un chillido de angustia abandono
sus labios. Los ojos del chico tenían tal fuerza que pensó que había mirado su
alma y que podía sacársela tan solo con pronunciar una palabra.
Y
eso fue lo que ocurrió.
–
Beta... – pronuncio con una voz profunda, que parecía sacada del infierno por
el calor que desprendía.
–
¿Que? – Susurro Andy, a pesar de todo, la voz del chico también sonaba cansada
y ronca, por lo que solo fue un susurro casi inaudible esa pequeña palabra que
abandono su garganta – ¿que es Beta? ¿Quién… eres tú? – pregunto la niña con
algo de temor en su voz, pero mas curiosidad que nada. Más el muchacho no
respondió, cerró los ojos fuertemente de nuevo y su cara se contrajo con dolor.
Andy se apresuro a él y toco su frente, se sentía caliente, más de lo normal.
Si tuviera una manta lo abrigaría, pero no la tenia, lo único que podría hacer
seria ir a buscar ayuda. Andy se pregunto internamente que le había pasado, por
qué estaba ahí, pero pensaba que el único que podría darle respuesta era ese
chico. No lo conocía, pero no quería que muriera; así que bajo lentamente su
falda, estaba haciendo frío y el fino vello de sus piernas se erizo hasta
llegar a doler. Rasgo la tela para improvisar una manta y con ella tapo lo que
pudo de su cuerpo desnudo.
Priscila...
ojala y Priscila estuviera allí. Ella podría curarlo con sus poderes de
sanación y todo estaría bien.
–
Voy a buscar ayuda, chico – le dijo y sus pies se movieron para correr... pero
antes de alejarse lo suficiente volteo para mirarlo y le dijo: – volveré por
ti… lo prometo.
Sus
ojos eran rojos como la sangre, iguales a los de aquel chico que vio en la
playa, se abrieron para despertar de nuevo y recordar como un sueño aquel
extraño suceso de hace casi un año. Se preguntaba usualmente si solo era un
sueño o si en verdad lo había visto. Era un híbrido, uno igual a ella.
–
¡señorita Belle! – se escuchaban los gritos de la suave voz infantil –
¡señorita Belle! – mas fuerte entre aquellos que gritaban el mismo nombre de la
niña de cabellos cielo. La mujer volteo, buscando su nombre entre el viento de
la brisa de aquel paisaje muerto de una playa vieja. Sus pasos apresurados se
escuchaban entre la arena, como si el vidrio fragmentado se partiera en partículas
más pequeñas y produjera un sonido bajo las suelas de las sandalias de la niña;
se acercaba, cada vez más y más rápido, hasta que la figura de la pequeña era
visible a los ojos de la mujer híbrido.
La
niña se desperezo, tapando sus orbes con sus manos y presionando hasta el punto
de llegar a doler y verlo todo rojo… ¿era un sueño o era real? Se preguntaba al
pasar de cada pequeño minuto en que se encontraba acostada en esa cama poco
confortable del orfanato.
–
¡Andy! ¿Dónde has estado? Llevamos horas buscándote – le dijo en cuanto la niña
de cabello azul cielo llego a su lado. Noto inmediatamente el estado físico en
que se encontraba, semidesnuda de la cintura para abajo y sus pies
ensangrentados, mas los gritos desesperados que daba la niña, le dio a imaginarle
que le pudo haber pasado lo peor, por lo cual se arrodillo y la abrazo como si
la vida se le fuera en ello – Tenemos
que irnos, ya es tan de no…
–
Necesito su ayuda, señorita Belle – la interrumpió y se separo del abrazo – hay
un chico como nosotros, híbrido… esta herido en la playa.
¿Era
un sueño o era real?
La
expresión de la señorita Belle se profundizo, mostrando nada más que una cara
de consternación, pues lo que acaba de decirle la pequeña Andy era de vital
relevancia, si había algún Homtia híbrido herido, eso no podía indicar otra
cosa que los cazadores se encontraban cerca, y si ellos estaban cerca también
se encontraban en peligro.
–
Tenemos que irnos – mascullo enfatizando cada una de las palabras. Tomo a la
híbrido de la mano y les indico a los demás niños que caminaran.
–
¡NO! – fue la queja negativa y rotunda de Andy, ella no se iría sin ayudarlo,
se lo prometió y ella siempre cumplía sus promesas… siempre. Dijo: – necesita
nuestra ayuda y si nosotros no lo ayudamos, entonces ¿Quién lo ayudara? No hicieron eso con mi madre… nadie la ayudo.
Andy se levanto de la cama, aun no se sentía con
las fuerzas necesarias para discernir la realidad de la fantasía, de aquello
que había sido un sueño y de aquello que era un recuerdo. Miro por la ventana
de aquel país futurista, solo un año después de aquel día y parecía que la
civilización había evolucionado cien años. Pudo notar que era ya muy tarde y
que las demás camas de la gran habitación se encontraban vacías; había reglas
en el orfanato, todos despertaban a la misma, se duchaban por turnos a la misma
hora de la mañana cada día, iban al comedor y todos comían lo mismo a la misma
hora todos los días, a veces la regla se rompían para Andy, ella era una
excepción… podía dormir todo lo que quisiera, era en donde se rompía la rutina.
Miro hacia abajo, en donde demás niños híbridos como ella jugaban entre ellos,
pero no podía importarle menos, cerro los ojos tratando de reproducir en su
mente aquella mezcla de sueño y realidad de ese recuerdo…
La señorita Belle guardo un
silencio sepulcral, miro a los niños que la acompañaban, el señor Alegian no
estaba de acuerdo a sacarlos de paseo en los terribles tiempos que estaban
pasando en Acram, pero ella había insistió al ver las caritas consternadas de
todos aquellos híbridos. Eran solo niños y necesitaban un poco de diversión en
sus vidas que solo transcurrían en huir y ocultarse. El señor Alegian le había
dado permiso para sacar a unos pocos de orfanato, y si le ocurría algo malo a
algunos de los niños, sabía muy bien que el señor Alegian no se lo perdonaría
nunca… nunca.
– lo siento… Andy, tenemos que
marcharnos – dijo con la cabeza gacha, era muy bondadosa, pero no podía poner a
riesgo a sus niños – primero son ustedes, no dejare que nada malo les pase.
La niña la miro profundamente, con
la intensidad de su mirada le decía claramente “No puedo creer que no vayas a
ayudarme”, tuvo que aparatar sus ojos cuyos iris eran del color de la sangre,
igual a los de la niña, era como si fuera una sola huella genética que los
hiciera familiares a todos, esa huella que los une como el ADN que cruza por
sus venas. La señorita Belle soltó suavemente el brazo de Andy, porque pensaba
estarle haciendo daño, toco su propio brazo en un gesto nervioso, no sabia que
decir, pero era claro que ya había dicho todo lo que tenia en mente, los demás
niños estaban tan callados como la muerte, simplemente siendo espectadores
vacíos que no podían dar su opinión.
– vamos… – su suave y aterciopelada
voz rompió el silencio, la señorita Belle la miro con ojos compresivos, la tomo
suavemente por el brazo que segundos antes había estado magullando – vayamos a
casa – pero Andy no quería esa compresión incapacitada, que no hacia nada mas
que solo ser compresión vacía, se soltó bruscamente y hecho a correr con
fuertes piernas – ¡Andy! – grita la híbrido y fue tras ella.
Los niños corrieron tras de ellas
por temor a quedarse solo y que los mayores miedos de Miss Belle se hicieran
realidad: que estuvieran los cazadores asechando para encontrar la menor
oportunidad de arremeter contra los pequeños niños híbridos de orfanato.
– ¡Andy, vuelve a aquí! – Grito
detrás de la pequeña, pero ella no era tan rápida como Andy y no lograba
alcanzarla – ¡Charl, atrápala! – le ordeno a un niño mucho mas pequeño que Andy
y fornido, pero tenia una ventaja… Charl era igual a Priscila, tenia alas en la
espalda.
El
pequeño Charl de piel rosa y cabello blanco, características solo viables en
Chiroptedas, corrió y alzo vuelo a un metro de distancia de la tierra, estaba
prohibido que los Chiroptedas aprendieran a volar, pero era una muy buena
manera de defensa, aprender a volar los mantendrían a salvo de los cazadores.
La manera en que volaba era pesada, porque apenas y podía hacerlo, Charl tenia
ya mas de veinte años, con solo diez aparentes, llevaba mas de cinco años
aprendiendo esa difícil técnica, pero no podía alzar vuelvo mas de un metro de
alto y su corpulencia física tampoco era muy buena ayuda. Aprender a volar para
un híbrido era una tarea sumamente tediosa y complicada, aun no se conocía a
ninguno que hubiera dominado la técnica. Sin embargo seguía teniendo la ventana
de volar, llego a su lado en un santiamén. Andy apenas podía ver, la luz se
había disminuido solo un poco, pero sabia que estaba muy cerca de llegar al lugar
en donde había dejado a aquel chico, el campo traviesa en el se había metido no
la dejaba localizar fácilmente el lugar exacto. Todos los niños estaban detrás
de ella en una persecución que se volvió amena y divertida.
–
¡Cuidado! no vayan a lastimarse – les dijo Miss Belle. Ella miro a su alrededor
en busca de algún ocupante en esos lugares, pero a simple vista en ese lugar
tan oscuro no podía notar ninguna figura, así que pensó que quizá había sido
una falsa alarma y que tanto ella como sus niños se encontraban a salvo.
Charl
atrapo a Andy, justo cuando ella había creído llegar al lugar, el fornido se
monto sobre la escuálida chica y la domino en la arena, fatalmente recordó que
había mas vidrio fragmentado en ese suelo que arena suave y cálida. Los pedacitos
del vidrio se le enterraron en la piel del cuello, cara, brazos y piernas.
Sangre mas roja de lo usual salió de las miles de pequeñas heridas, raspones
que volvían a su piel roja en carne viva que ardía como el infierno.
–
¡Charl! – Grito la señorita Belle – le haces daño, baja de ella.
El
niño lo hizo, pero Andy no se puso de pie, en sus ojos asomaban lagrimas que no
surgieron a flote, porque ella las contuvo, no estaba dispuesta a dejarse ver
en ese estado tan deplorable, semidesnuda y toda rasguñada, herida en el
orgullo. Cuando la niña se sentó en los fragmentos de vidrio, busco con la
mirada por el lugar, localizando la retazada falda que se había quitado para
cubrir su cuerpo del frio de la playa. Se levanto y fue corriendo a aquel
lugar, todos la miraban con cara de pena y preocupación, pero ella no quería la
compasión de nadie, la odiaba como odiaba también la preocupación de los ojos
rojos de la señorita Belle.
Se
arrodillo al lado de su falda que estaba a punto de ser llevaba por una ola del
mar contaminado, mancho de más sangre la tela, que a ese paso acabaría
volviéndose roja, el chico no estaba, no había ni sangre en la arena, la
antigua sangre que ella había visto no se encontraba por ningún lado, entonces
pensó que quizá había sido tragado por las profundidades del mar, pero ¿si eso
ocurrió, por que no se fue también su falda?
Las
olas del mar llegaron a su lado, quemaron como ácido cuando tocaron sus
rodillas lastimadas, pero se llevaron consigo restos del carmín que brotaba de
ellas. Miss Belle seguía mirando alrededor, con un atisbo de preocupación
imborrable, fue cuando vio aquella sombra entre las sombras, alejarse de allí y
en medio de un parpadeo no fue más que una ilusión óptica.
–
¿Donde esta el niño que dijiste? – pregunto inocentemente uno de los niños
híbridos, llevo su dedo a boca para succionarlo mientras se sujetaba a las
faldas de Miss Belle, pero Andy no sabia como responder a esa pregunta.
–
No hay ningún niño, Tadow – le respondió otro. El pequeño lo miro y dejo de
chuparse el dedo.
–
Era mentira – dijo Charl – eres una mentirosa.
Todos
los demás niños empezaron a murmurar.
–
Regresemos, Andy – dijo la Señorita Belle. Andy se puso de pie y camino junto a
ella.
Desde
ese día, Andy tiene terminantemente prohibido salir fuera de las instalaciones
del orfanato, fue reprendida por el señor Alegian por formar tal barullo. Desde
ese día Andy ha estado todo ese tiempo entre las paredes del orfanato, que
parecen consumirla, se quedo con ella el olor de la sangre y el recuerdo que no
quiere abandonar su cabeza. Desde ese día, cada niño se acostumbro a llamarla
Andy la curiosa… Andy la mentirosa y ya nadie le creía.
Continuara...
Tarah Zeng.
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