Prologo.
Sullivania...
papá me contaba que Sullivania era un sueño de uno de sus mas divertidos e ilusos
enemigos, uno mas que quería conquistar el mundo... era un sueño que no se
haría realidad, y sin embargo... ha ocurrido.
Y
papá ha muerto.
El
imperio Sulliviano, ha nacido de las cenizas de toda Acram, todo lo que
conozco, empezó a desaparecer hace tres años, cuando tenia solo siete, el mismo
día de mi séptimo cumpleaños, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, y hoy me
queda muy poco.
Trato
de correr, y evadir a los guardia y a esos clones de cabello color negro...
papá me dijo que corriera, fue lo ultimo que me dijo... antes de que sus ojos
se cerraran para siempre. No puedo andar, el dolor y las ganas de llorar se
acumulan en mi pecho y suben por mi garganta buscando una manera de huir... de
ser liberadas.
¿Como
le diré a mi madre que papá ha caído bajo la espada de uno de esos clones del
emperador? ¿Como le diré... que nos ha dejado solas?
Era el peor día de mi vida, y ¿por
que lo era? Me habían sellado.
Sellados... así se les denomina, a
los seres que le han quitado sus poderes; consiste en poner en tu cabeza una
especie de gorro metálico, conectarte a tubos, y clavar en tu muñeca esas
varillas metálicas que atraviesan de lado a lado para extraer tu energía,
aunque el proceso es doloroso, esta protegido por la ley, todo y cada uno de
los habitantes híbridos de Sullivania tenían que ser sometidos a ello, a mi
madre la sellaron, a mi padre lo sellaron, a todos, según tengo entendido no
hay ni un habitante en el Imperio Sulliviano que no haya sido sellado.
Cuando los clones del emperador me
liberan de esa cárcel gris, veo mi muñeca, “LB-14” mi numero de generación
grabado en ella, como una marca para identificar que yo le pertenecía.
Recuerdo cada pequeño minuto de ese
día, aunque quisiera olvidarlos... recuerdo a los clones negros, entrando en la
casa donde estaba con mamá, Annie y Cob, mis dos pequeños hermanos, seguro que
si mi padre hubiera estado presente, no hubiera dejado que ellos me llevaran. Con
ojos negros que solo el demonio mismo podría poseer, me miraban, siendo su
próxima presa, miradas frías, sin pupilas, incapaz de sentir empatía.
Recuerdo la voz de mi madre,
diciendo claramente con voz estruendosa.
– ¡no se llevaran a mi hija! – sus
palabras se desgarraban, rompían el silencio que los clones emanaban con su
presencia, su voz era aguda e infantil, siempre lo fue y esta no cambio con los
años.
Pero ellos, lo hicieron.
Atada de pies y manos, solo me
limite a llorar, pegando la cara en el suelo de esa fría furgoneta, mientras
los diez clones negros, dos de ellos se subían en la parte delantera, seis
seguían de cerca la furgoneta en motos, y los otros dos en la parte trasera que
me apuntaban con el arma para que no tratara de escapar, ni que pudiera hacerlo,
era una niña de siete años y no estaba sellada. Usualmente, los no sellados se
resisten al arresto, usando sus poderes para escapar, pero tarde o temprano,
los clones malvados súbditos del emperador, terminaban atrapándolos ya sea para
sellarlos, o para matarlos por haberse resistido al arresto.
Pude escuchar claramente la voz de
mi padre gritar mi nombre, seguro le habían avisado que me sellarían, vi a los
vecinos salir de sus casas, ellos habían sido victimas de eso, todos habían
sufrido por el horrible proceso del sellado de poderes, con voz desgarrada
grito una vez, su voz desapareció en la lejanía, casi lo imagine salir
corriendo detrás de la furgoneta, pero obviamente no la alcanzo, si el no
estuviese sellado como los demás, seguro, lo habría alcanzado, me habría sacado
de esta y toda la familia huiría, pero con el tiempo aprendimos que de
Sullivania no hay escapatoria.
Hoy en día hay muy pocos que no han
sido sellados, la mayoría son niños que no saben sacarle provecho a sus
poderes, pero no se si hay adultos que aun los conservan.
Uno de esos clones, me apunta con
el arma, no voy a escapar, no puedo... desde hace unas semanas, en los siete
meses que comenzó todo esto del sellado, recuerdo a un habitante del genero zorro
de aspecto maduro que intento usar todos sus poderes, haciendo gala de ellos,
mas de treinta clones vinieron a por el, tenia mucho potencial, lo atraparon,
pero hizo la furgoneta pedazos, destruyo a varios clones, desde ese día, el
emperador se toma mas precauciones para los habitantes de Sullivania, lo que me
ata las muñecas, no son otras mas que los brazaletes de reducción de poder, me
hacen mas dedil, casi no puedo moverme, y estos brazaletes, se hicieron
famosos, gracias a un hibrido, gracias a Alpha New-one... no se que paso con él,
hace muchos años que no lo he vuelto a ver, mas específicamente, después de ese
secuestro a mis cinco años.
Así que nadie aunque quiera va a poder
escapar, o se las vera feas como el zorro quien fue desmembrado y cuyas partes
enviadas a cada ciudad que sigue en pie en el imperio Sulliviano. Para
recordarnos lo que le pasa a los rebeldes.
Llegamos a al Centro de Sellador de
Poderes (C.S.P) es un lugar horrible, gris, cuyas paredes de metal oxidado,
todo en la ciudad es de metal oxidado... el C.S.P tiene grandes muros, para
evitar que cualquier producto escape del centro, de mas de seis metros de
altitud y cubierto por una valla eléctrica, eso sin contar los guardias robots
y los clones negros.
“nadie sale de aquí” me dije “la única
forma es salir sellado” no había esperanzas.
Con lágrimas en mis ojos, le dije
adiós a los viajes en el tiempo.
La estructura se alzaba ante mi
pequeña forma de niña de siete años, omnipresente, omnipotente, era un lugar
que intimidaba, de las altas torres de metal forjado se veían esas chispas
azules, que indicaban el proceso de sellamiento, gracias a esas torres todos
perdían sus poderes, detrás de ellas estaban los grandes reactores nucleares
que soltaban toneladas de humo al ambiente, provocando mayor contaminación atmosférica
y lumínica, creando así un cielo color ámbar como un atardecer, a cualquier
hora del día, con indicios tormentosos, tormenta que nunca caía.
Uno de esos clones me llevo a
cuestas.
Y entre en el lugar, donde duraría
el proceso y mi identificación.
Me hicieron estudios, como a rata
de laboratorio, mamá me dijo que mientras ellos no conocieran todo mi poder, parte
de él podría seguir vivo después del proceso, así que solo, se dieron cuenta de
mi poder de viajar en el tiempo, y me lo quitaron... me conectaron a la extraña
maquina que parecía ser una zona de torturas y obviamente lo era.
El casco metálico, correas en las
muñecas y tobillos, tubos finos que entran por tus orificios nasales y los
auditivos, las dos varillas de metal que te clavan en la muñeca izquierda. Esas
varillas, son las que reciben la corriente... y fueron causante de gran parte
de mi dolor.
Una especie de pistola láser, te
apuntaba, con mis ojos rojos mire esas chispas relucientes, aun era ajena al
gran dolor que causaba, la punta de la gran pistola se recargo, mire a mi
alrededor en la habitación, había una gran cantidad de clones negros y grises,
clones malvados sin alma, ninguno me ayudaría aunque suplicara.
Desvié la mirada y apreté los ojos
fuertemente, esperando al dolor llegar a mí, mientras unas lagrimas
inconscientes salen de mis ojos.
Entonces la luz disparo, era un
fuerte y potente rayo de energía que cruzaba por medio de esas varillas hasta
recorrer tu cuerpo con dolores y espasmos insoportables, sientes que suben, que
bajan, que pasa junto a tu sangre, te llega al corazón y hace que se acelera,
cierras los ojos, te muerdes, la sangre sale de tu boca por culpa de tus
dientes apretado fuertes para tratar de resistir el dolor, entonces, te ves
obligado a abrir la boca para dejar escapar el mas potente y aterrador grito
que saldrá de tu garganta en años, uno que te desgarra las cueras vocales, jamás
sentirás otra vez un dolor como ese... sientes, a demás de dolor, como el poder
con el que naciste, abandona tu cuerpo.
Pero
obviamente lo sentí de nuevo, porque ese dolor que me recorrió cada partícula
de mi cuerpo estaba volviendo mas intenso ahora, papá ha muerto, papá ha
muerto, mi pecho dolía, como aquel día en que el emperador decidió quitarme mis
poderes.
Pero
hoy... hoy he perdido otra parte de mi, justo cuando pensaba que ellos ya no
podían quitarme nada mas, pero me equivoque, también podrían quitarme a los
seres que me quedan, a mi madre y a mis hermanos, no quiero tener que
destruirlos así, decirle que el murió, porque lo hizo y no va a regresar.
Las
lagrimas caen por mis mejillas, ruedan sin encontrar un lugar donde detenerse,
por su estúpida culpa, mi visión se vuelve difusa, y no puedo ver bien el
tétrico lugar en que se ha convertido Acram, el lugar por que el debo andar
para escapar, y llegar a mi casa antes de que ellos me atrapen, se me hace una
pregunta en mi mente ¿por que mataron a mi padre? El ya no tenia nada, no tenia
poderes, y no era rival para el Doctor.
Papá me contaba historias, me decía
como era Arszafet antes de la... ¿colonización del emperador? No se como llamar
a eso. Siempre me reía con el, mientras nos sentábamos en el techo de la casa y
comíamos bocadillos, mirando el extraño cielo ambarino que se reflejaba por
culpa de la contaminación en Sullivania.
La vista no era para nada
agradable, solo había contaminación, humos, ruinas, casas derrumbadas, y
edificios de metal.
Aunque papá sonreía, yo sabia que
el no era feliz, sus ojos me decían que creía que era su culpa que algo así le pasara
a Acram. El tenía un deber y fallo.
Y pensar que esta noche... Solo
esta noche, estuvimos como en esos tiempos, hablando sobre lo lindo del Bosque
azul a las afueras de Arzsafet cuando Sullivania solo era un difuso sueño de un
loco científico aspirante a presidente.
–...esto era hermoso – susurro, con
un poco de pesar en su voz, el reflejo de un atardecer ambarino brillaba en sus
cabellos, que creaban una extraña combinación de colores metálicos.
– lo se, papá – me reí – lo vi...
¿lo olvidas? Solo tenía siete años.
– pero mi flor de cerezo, las cosas
cambian y lo que mas temo, es que después olvidemos que se sintió vivir en paz
– beso mi frente, y acaricio mi flequillo, mis ojos se volvieron mares de
lagrimas, ahora esta muerto, “Mi flor de Cerezo” así solía llamarme, la flor de
cerezo con hojas verdes, papá estaba triste, como si supiera que ese seria el
ultimo día de sus suspiros.
Papá tenia treinta años, pero en
sus rasgos, podían verse que se conservaba joven, parecía inmaduro, como un
niño, como si tuviera mi edad, su espíritu libre, su alma humilde y algo
egocéntrica, era joven, inmortal, sus palabras siempre estarán conmigo... lo
prometí.
– jamás lo olvidare papá, mientras
este viva, tus palabras y tus acciones vivirán conmigo...
Me palmeo la cabeza, me dio una
sonrisa ladina, esa que yo podía imitar tan bien, y su pulgar en alto. Entonces
se levanto, me cargo, porque, a pesar de estar sellado, seguía teniendo mucha
fuerza, que había ganado en las fabricas de metal (metal, metal, metal, era una
época donde el metal predominaba y las plantas casi no eran posibles ser
encontradas, aunque ya en Acram, la cuna de la evolución biotecnológica, había
mucha contaminación y cada vez menos arboles normales, de aquellos verdes que
crecían muy lejos de Acram, cruzando el mar de ceniza hacia el trópico del
Ecuador, en Rusnan) me llevo dentro de la casa a cuestas, el cielo se veían
ennegrecido después de momentos llenos de luz parpadeante en el firmamento, si
empezaba a llover a nadie le gustaría la lluvia ácida.
– tengo que irme, Flor de Cerezo –
me guiño un ojo, sabia a lo que se refería, quería que lo cubriera con mamá –
volveré antes de la cena – me susurro en el oído y yo reí.
– ¿se puede saber cual es el
secreto que me guardan? – cuestiono mamá, acercándose, traía sus manos en la
cadera, imitando la posición de una jarra, pero en su rostro, con una ceja
levantada, había una sonrisa un tanto burlesca.
Mama tenia el cabello rojo y los
iris verdes, un cambio que lamentaría con los años.
Yo negué con la cabeza, y parpadee
mis pestañas angelicalmente, a mamá no le gustaba que yo usara con ella el
mismo truco que me enseño.
– De hecho... – susurre, y mire a
mi padre por el rabillo del ojo – quiero... enseñarte unos colores que papá consiguió...
Y ya había caído, me quede por un
momento, enseñándole los colores del arcoíris mientras ella recordaba el
antiguo Arszafet, el antiguo Noiccurtsed Emall, aun cubierto por su domo
ambientador que simulaba un mundo perfecto para los humanos, con un cielo azul
artificial y miles de parques holográficos.
Solo
treinta años, solo treinta años y lo mataron... tenia mucho por vivir.
Continuara...
Tarah Zeng.
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